Las intrigas vaticanas continúan
siendo protagonistas en la capital italiana. Ahora, tras el juicio al
exmayordomo del papa, Paolo Gabriele, le ha tocado el turno al responsable de
la sección de informática de la Santa Sede Claudio Sicarpelleti.
La condena, dos meses de prisión,
que no se hará efectiva si durante cinco años no comete un delito semejante,
parece revelar un intento por zanjar al asunto de una manera rápida. Casi
inocua. Y es que la reducción a la mitad de la pena pedida por el fiscal Incola
Picardi da qué pensar.
Parecen
delitos lo suficientemente graves como para intentar finiquitar los procesos
con estas sentencias. Por eso, por estas sentencias, son muchos los que piensan
que el Vaticano esconde algo más. Algo que teme que salga a la luz si se
llevasen a cabo unos juicios más profundos.
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