domingo, 11 de noviembre de 2012

La isla de las muñecas

Este paraje se encuentra concretamente a 20 kilómetros al sur de Méjico DF. Multitud de canales y chinampas aderezan un lugar único. Casi mágico. Las aves sobrevuelan la gran cantidad de zonas de cultivo existentes como si el tiempo no pasara por allí. Como si la mano del hombre no fuera capaz de alterar la paz que irradia aquel lugar. Sin embargo este enclave oculta una historia misteriosa y enigmática que encierra todos los aspectos de los antiguos cuentos. Y es que ya sólo el nombre que se le da a aquella ubicación asombra y la vez aterra: la isla de las muñecas.


El origen
Cierto día, un grupo de muchachas decide ir de excursión a las chinampas de Xochimilco. Allí, seguramente obnubiladas por los bellos paisajes que divisaban, no dudan en divertirse un rato nadando por aquellas mansas aguas. Como consecuencia del juego, el hambre comienza a aflorar en las jóvenes. Hacen un descanso para comer algo y así reponer fuerzas. Tras la frugal comida dos de ellas, a pesar de lo bien que lo estaban pasando, comentan que es hora de volver a casa. Que ya han tenido suficiente por hoy. Pero una de ellas, en cambio, le pide que la dejen nadar un rato más. Sólo serían unos minutos, afirmaba la joven. Unos minutos fatídicos en los que la desgracia se cernió de manera irremisible sobre aquella joven muchacha que murió ahogada frente a una de las tantas chinampas que poblaban aquella zona.

Julián Santana Barrera
La leyenda que encierra este personaje isla se remonta a mediados del siglo XX. Es entonces cuando, Julián Santana Barrera, comienza a coleccionar muñecas. Se las lleva a su chinampa y las adorna con objetos que él mismo confeccionaba. Según el propio señor Santana, las muñecas le ayudaban a ahuyentar a los malos espíritus y a que sus cosechas fueran más fructíferas. Con el paso del tiempo Julián Santana Barrera comienza a encerrarse más en sí mismo. Se convierte en una persona muy huraña. Un completo ermitaño. Sin embargo, el destino, muy caprichoso en estos casos, le tenía prepara una sorpresa. Una desagradable sorpresa.


El incidente
El señor Santana, cuando no estaba metido de lleno dentro de sus propios pensamientos, gustaba de cantar, según él a las sirenas, mientras simulaba tocar una guitarra sin cuerdas. Este canto, el cual, resonaba en todo aquel paraje, tenía como misión evitar que estos seres casi angelicales se lo llevaran consigo. El estaba convencido de que frente a su chinampa vivían esos seres que, en el momento más inesperado, no dudarían en llevarlo con ellas.
Hasta que un día, don Julián hizo saber a su sobrino Anastasio su preocupación. AL preguntar este último el motivo, su tío no vaciló a la hora de asegurar que una sirena había surgido para cantarle. Esto, para él, era un signo de mal agüero. La antesala del viaje eterno. Un viaje eterno al que Julián Santana Barrera pretendía hacer frente, de nuevo, como mejor sabía: entonando aquellos cantos. Un umbral inevitable viendo lo que sucedió a continuación. Porque cuando su sobrino regresó de sus quehaceres rutinarios y vio que su tío se había ahogado le dio un vuelco el corazón. Pero aun más siniestra se tornó aquella escena cuando pudo comprobar que la chinampa que hacía de lecho de muerte a Julián Santana Barrera era la misma que había llevado al sueño eterno a la muchacha hace muchos años.

La leyenda
Es por ese motivo por el que muchos creen que las muñecas que don Julián colgaba alrededor de su chinampa eran en realidad para protegerse del espíritu de aquella muchacha. Según algunos testimonios, él podía estar en contacto con algún tipo de energías. Quizá por ello quisiera protección. Por eso no dudaba en aceptar todas las muñecas que los visitantes le hacían. Hasta un total de 1.500 muñecas guardan el lugar. El lugar sagrado de don Julián. Un ejército inerte que parece estar comandado por “la muñeca”, la favorita del señor Barrera Santana, la cual, es la única por la que no parece que pase el tiempo. La única que mantiene su aspecto inicial.


Pero, por si todo esto fuera poco, aun falta un último ingrediente. Un aspecto que termina de redondear esta historia. Y es que, desde el mismo día de su muerte, hay quien asegura que alrededor de aquella chinampa se pueden escuchar pasos. Y lo dicen personas que no tienen constancia de la leyenda de Julián Santana Barrera. Además, estos testimonios han sido corroborados por el propio sobrino, el cual, también oye esos pasos tan característicos de su tío.

El presente
Hay que decir que a día de hoy las muñecas siguen guardando el alma de don Julián. Sus cantos, así como esas invisibles notas musicales que salían de esa extraña guitarra suya, seguramente estén inmersas en el éter de Xochimilco. Seguramente por ello, por la excepcionalidad de la leyenda, se ha decidido hacer un modesto museo con las pertenencias de don Julián. Su camastro, los adornos que él hacía con hojas de maíz y sobre todo sus muñecas con los protagonistas. Unas muñecas que gobernarán por siempre aquella misteriosa chinampa. Un lugar, que seguramente seguirá siendo un referente dentro del folclore popular, al cual, ayuda mucho la extraordinaria labor que realizan, y que me ha servido para realizar este artículo, la delegación de Xochimilco así como su cronista, el profesor Sebastián Flores Farfán.

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