miércoles, 7 de noviembre de 2012

El CPD. Cómo amañar los debates políticos en EE.UU.

Seguramente muchos de vosotros, en alguna ocasión, hayáis sido testigos de algún debate político televisado en nuestro país. Y si no, quizá hayáis visto algún extracto de los debates que organizan en Estados Unidos. El último de ellos, sin ir más lejos, entre Obama y Romney con motivo de las últimas elecciones norteamericanas.


Más de uno, estoy convencido de ello, se habrá preguntado por qué en esos debates pueden faltar algunas preguntas realmente comprometidas. Habrá otros que les llamará la atención lo bien que tienen aprendido el discurso cada uno de los candidatos. Y quedarán algunos que resalten la pulcritud, casi quirúrgica, de estos encuentros ante los votantes. Todo parece estar medido al milímetro.

Pero todo esto tiene una explicación. Porque lo que la gran mayoría no sabrá, es que la Commission on Presidential Debates (CPD), o Comisión para los Debates Presidenciales, es el organismo que marca el devenir de dichos enfrentamientos. Creada en 1987, esta comisión elabora unos contratos, secretos por supuesto, cuyo contenido es aceptado por el partido republicano y el demócrata tras ser examinados minuciosamente. En estos contratos se establecen las preguntas, los interlocutores que las realizarán, los tiempos de respuesta, el escenario y hasta la altura de los atriles tras los que se pertrecharán los futuros presidentes. Eso sí, todo esto lo ocultan asegurando que su misión no es otra que la de patrocinar estos eventos como lo llevan haciendo desde 1988 hasta la actualidad.

Pero hay más. ¿Cómo se crea esta organización? Es sencillo. Antes de la existencia del CPD, la Liga de Mujeres Votantes era la encargada de dar rigor, seriedad y transparencia a los debates entre los principales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. La Liga no aceptaba que se pudieran poner cortapisas a las interpelaciones de los encargados de realizar las preguntas. Por eso cuando, en 1988, George Bush padre y Michael Dukakis firmaron un acuerdo para la no agresión en el debate, así como pare renunciar a responder a ciertas preguntas comprometidas, la Liga se rebeló tildando este debate de fraude contra el votante estadounidense.

A raíz de ahí el CPD tomó las riendas en la organización de los debates políticos televisados, los cuales, eran, y son, financiados con aportaciones de multinacionales con un único objetivo: formar grupos de presión (lobbies) para que su candidato, es decir, aquel que en un futuro, de algún modo, le reportará más beneficios, de una imagen al votante lo suficientemente buena como para alcanzar la Casa Blanca.

Por eso no es de extrañar que el CPD se haya convertido por sí mismo en otra multinacional con una cantidad de ingresos que haría palidecer a más de uno. Al fin y al cabo están trazando los designios de una de las naciones más importantes de nuestro planeta. Y eso hay que hacerlo bien. Con recursos. Y es que como ya declaró Frank Fahrenkopf, co-persidente del CPD, “No vamos a disculparnos por intentar influir en las elecciones políticas”.

Dicho esto, ¿qué valor tienen estos acontecimientos programados? ¿No sería más constructivo para el votante, saber cómo reaccionan sus futuros gobernantes ante preguntas comprometidas? Seguramente sí pero, ¿alguien cree que tenemos el control sobre eso? Reflexionad.

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