Cuando
hablamos de lugares encantados, a todos, creo, nos viene a la cabeza dos
fenómenos. Por un lado los sucesos de tipo poltergeist, y por otro, e
igualmente espectacular, las impresiones fotográficas del supuesto fantasma que
habita en el lugar. El problema viene cuando toda esta fenomenología forma
parte de un entramado que únicamente busca el enriquecimiento personal o el
promocionar un determinado emplazamiento. Y es que la gente, ávida de nuevos
misterios, siempre acudirá al lugar de los hechos con sus cámaras fotográficas
para inmortalizar, si es que el espíritu de turno está de buenas, el momento
cumbre.
En
esta ocasión debe ser el lector el que determine por cuál de las dos opciones
se decanta en el denominado expediente de Magdalena Yodocono. Un expediente
ubicado en Méjico. Más concretamente en el distrito de Nochixtlán. Allí, según
la leyenda, una extraña figura de aspecto espectral, y que se podría asemejar a
una monja, campa a sus anchas ante el asombro de los testigos. Una monja que es
conocida como “La pena” o “La bandolera”.
Y
para ilustrar esta historia contamos con el testimonio de Carlos Octavio
Hernández Jiménez. Una persona que cuenta cómo en el mes de Enero de 2006,
varios familiares suyos, mientras daban un paseo por el pueblo, tomaron varias
instantáneas de una iglesia. Tras revelar las fotografías pudieron ver un
detalle que en el momento de las tomas no apreciaron. Una figura brillante con
forma de una persona que porta sobre sí un hábito. Una descripción que encaja
perfectamente con el gran número de testimonios existentes sobre “La pena” o
“La bandolera”.
Sin
embargo, la vivencia de estos testigos no son nuevas para los habitantes del
lugar. De hecho, sin ir más lejos, el abuelo de Carlos Octavio Hernández
Jiménez, asegura que dormía con un machete debajo de la almohada para ahuyentar
al espectro en caso de que este se le presentase. Afirma que los ademanes que
había con el cuchillo, junto con los improperios que profería, eran suficientes
para ahuyentarlo. Y es que esta persona no quería correr la misma suerte que
otras tantas que se han topado con la monja fantasma. Una suerte nada agradable
que consiste, según algunos relatos, en la caída en un estado de hipnosis, el
cual, hace que la persona en cuestión pierda completamente el rumbo y despierte
casi desnudo y en un lugar totalmente desconocido.
Como
habéis podido comprobar por vosotros mismos, esta es una historia que recoge
fielmente todo el folclore que rodea a las apariciones fantasmales. Una
leyenda, la de “La pena” o “La bandolera” que tiene todos los ingredientes para
entrar a formar parte de la historia personal de aquel pueblo. Porque lejos de
análisis más o menos exhaustivos, hay que destacar que la gente de aquel lugar
cree a pies juntillas en este ser. Un ser que, a buen seguro, seguirá
deambulando por el pueblo de Magdalena Yodocono.
0 comentarios:
Publicar un comentario