martes, 30 de octubre de 2012

La leyenda de la bandolera


Cuando hablamos de lugares encantados, a todos, creo, nos viene a la cabeza dos fenómenos. Por un lado los sucesos de tipo poltergeist, y por otro, e igualmente espectacular, las impresiones fotográficas del supuesto fantasma que habita en el lugar. El problema viene cuando toda esta fenomenología forma parte de un entramado que únicamente busca el enriquecimiento personal o el promocionar un determinado emplazamiento. Y es que la gente, ávida de nuevos misterios, siempre acudirá al lugar de los hechos con sus cámaras fotográficas para inmortalizar, si es que el espíritu de turno está de buenas, el momento cumbre.

En esta ocasión debe ser el lector el que determine por cuál de las dos opciones se decanta en el denominado expediente de Magdalena Yodocono. Un expediente ubicado en Méjico. Más concretamente en el distrito de Nochixtlán. Allí, según la leyenda, una extraña figura de aspecto espectral, y que se podría asemejar a una monja, campa a sus anchas ante el asombro de los testigos. Una monja que es conocida como “La pena” o “La bandolera”.

Y para ilustrar esta historia contamos con el testimonio de Carlos Octavio Hernández Jiménez. Una persona que cuenta cómo en el mes de Enero de 2006, varios familiares suyos, mientras daban un paseo por el pueblo, tomaron varias instantáneas de una iglesia. Tras revelar las fotografías pudieron ver un detalle que en el momento de las tomas no apreciaron. Una figura brillante con forma de una persona que porta sobre sí un hábito. Una descripción que encaja perfectamente con el gran número de testimonios existentes sobre “La pena” o “La bandolera”.




Sin embargo, la vivencia de estos testigos no son nuevas para los habitantes del lugar. De hecho, sin ir más lejos, el abuelo de Carlos Octavio Hernández Jiménez, asegura que dormía con un machete debajo de la almohada para ahuyentar al espectro en caso de que este se le presentase. Afirma que los ademanes que había con el cuchillo, junto con los improperios que profería, eran suficientes para ahuyentarlo. Y es que esta persona no quería correr la misma suerte que otras tantas que se han topado con la monja fantasma. Una suerte nada agradable que consiste, según algunos relatos, en la caída en un estado de hipnosis, el cual, hace que la persona en cuestión pierda completamente el rumbo y despierte casi desnudo y en un lugar totalmente desconocido.



Como habéis podido comprobar por vosotros mismos, esta es una historia que recoge fielmente todo el folclore que rodea a las apariciones fantasmales. Una leyenda, la de “La pena” o “La bandolera” que tiene todos los ingredientes para entrar a formar parte de la historia personal de aquel pueblo. Porque lejos de análisis más o menos exhaustivos, hay que destacar que la gente de aquel lugar cree a pies juntillas en este ser. Un ser que, a buen seguro, seguirá deambulando por el pueblo de Magdalena Yodocono.

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